Corría el año 1668, Cosme de Medici, visitaba la ciudad de Sevilla. El florentino era aficionado a grandes «tournés» por Europa, cuentas las malas lenguas, para alejarse de su difícil matrimonio.
Con Cosme de Medici sus anfitriones hicieron lo que cada uno de nosotros hace hoy con un forastero. Lo subieron a la Giralda para que pudiera contemplar Sevilla. Cuenta la tradición que el que luego sería Gran Duque de Toscana sorprendido por la cantidad de campanarios, torres y espadañas que veía desde el mirador exclamó la lapidaria frase «Esto no es una ciudad, es una ciudad-convento». Y es que la capital del Guadalquivir contaba por entonces con casi un centenar de monasterios y conventos de clausura. Algo que llamaba la atención de un católico italiano que no podía comprender como dentro de una muralla podía caber tanto cenobio.
¿Cuáles eran las razones de la proliferación de estos edificios en la Sevilla de los siglos XVI y XVII? Básicamente una: el comercio con el Nuevo Mundo. Al final del reinado de los Reyes Católicos Sevilla consigue el monopolio del comercio americano. Eso la convierte en la ciudad con más habitantes del mundo y en una de las más ricas. Las órdenes religiosas quieren estar presentes en la que después de Roma es la segunda ciudad más importante de la cristiandad: «Sevilla, Nueva Roma». Dominicos, franciscanos, agustinos o carmelitas comienzan una carrera por mejorar los edificios que ya tenían desde la Edad Media o construir nuevos. El Concilio de Trento y la Contrareforma hace aflorar nuevas órdenes religiosas como los carmelitas descalzos y estas también quieren estar presentes en Sevilla.
¿Quién da el dinero para semejante empresa? La aristocracia sevillana se ha enriquecido con el comercio americano. Adineradas viudas hacen generosas donaciones, distinguidas doncellas de importantes familias ingresan en los conventos como novicias… Los astros se han confabulado para que en apenas un siglo los conventos de la ciudad se tripliquen.
Del esplendor pasado la Sevilla de 2015 mantiene su riqueza a duras penas. Las comunidades de clausura están ahora tremendamente mermadas y apenas una veintena de conventos de clausura se mantienen en funcionamiento. Eso sí, el increíble patrimonio pictórico, escultórico y arquitectónico que conservan merecen nuestra visita y nuestro apoyo para conservarlo.
Si quieres conocer alguno de estos conventos de clausura participa en nuestro ciclo de visitas «Sevilla de Clausura» todos los sábados del mes de mayo.